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Bancos centrales apuntan a una desescalada monetaria, pero los mercados no lo creen

A medida que los confinamientos rigurosos por el coronavirus acaban, algunos bancos centrales han empezado a insinuar otro tipo de desescalada: la de los paquetes de emergencia que lanzaron hace apenas tres meses. Pero los mercados hasta ahora no parecen muy convencidos.

Las compras de activos emprendidas por los cinco mayores bancos centrales del mundo para amortiguar el impacto de la pandemia, estimadas en 5 billones de dólares, han ayudado a impulsar a las bolsas hasta un 10% por debajo de máximos históricos, mientras la economía mundial parece encaminarse a la recuperación.

Sin embargo, algunos bancos centrales han lanzado mensajes indicando que las medidas de estímulo en formato barra libre no durarán para siempre, incluyendo el Banco de Inglaterra, que la semana pasada redujo sus compras de bonos argumentando señales de mejora económica.

Sin embargo, a diferencia de la década posterior a la crisis financiera de 2008, en la que cualquier indicio de que los estímulos podrían retirarse provocaba un “berrinche” en los mercados, los inversores no han hecho demasiado caso al tema.

Las reacciones al Banco de Inglaterra se han limitado a un breve repunte de la libra esterlina y a una caída de los precios de los bonos. Tampoco reaccionaron mucho los mercados ante la exhortación del gobernador del Banco Popular de China, Yi Gang, a restringir los estímulos y a “retirar oportunamente los instrumentos de política monetaria por adelantado”.

Son muchas las razones por las que los bancos centrales pueden tener miedo a mantener las compras de activos a su ritmo actual, sobre todo por la posibilidad de que se produzca una “resaca” de deuda, como destacó Yi. Pero los inversores consideran que las entidades están preparando el terreno para los cambios.

“Mi interpretación es que los bancos centrales están enviando pequeños mensajes diciendo ‘no den por sentado que voy a estar ahí’. Algunas personas lo escucharán, otras no y otras dirán: ‘Sí, te he oído, pero no te creo'”, dice Kim Catechis, jefe de estrategia de inversión de Martin Currie, filial de Legg Mason, en Edimburgo.

Según Catechis, los inversores comparan a los bancos centrales con los bomberos: “Se van a quedar ahí, echando más agua (…) hasta que las brasas se apaguen por completo, y todavía no consideran que el trabajo esté acabado”.

El rendimiento de los bonos de China a 10 años subió 4 puntos básicos el lunes, después de que su banco central se abstuviera de rebajar su tipo de interés de préstamos y subiera 14 puntos básicos en junio. Sin embargo, las acciones de Shanghái están en su pico de los últimos tres meses.

La tibia respuesta en los mercados se debe en parte a que los grandes bancos centrales -la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo y el Banco de Japón- no muestran señales de desviarse del camino de los estímulos. El presidente de la Fed, Jerome Powell, prometió la semana pasada mantener su “pie en el acelerador”.

Y, a diferencia de la crisis anterior, los Estados también están aumentando los gastos de estímulo con paquetes de billones de dólares aportando ingresos a los ciudadanos y lanzando inversiones en infraestructura.

“Si pienso en los dos principales bancos centrales del mundo, la Fed y el BCE, no parecen tener ninguna prisa por subir las tasas”, dijo Salman Baig, gestor de inversiones de multiactivos de Unigestion. “Así que no estoy muy preocupado, al menos no por ahora.”

El balance de la Fed, de 7 billones de dólares, se redujo la semana pasada por primera vez desde febrero y su saldo de “repos” -acuerdos de financiación a corto plazo para los bancos comerciales- se ha hundido a su nivel más bajo en nueve meses.

Dada la mejora del panorama de crecimiento y de los mercados, puede ser inevitable hacer algunos ajustes en las políticas monetarias.

“La política monetaria se encuentra en un estado de emergencia en este momento y claramente los escenarios de emergencia no se supone que sean indefinidos”, dice Sarah Hewin, economista jefe para Europa de Standard Chartered.

“Están diciendo: el programa de alivio cuantitativo está vigente y no creemos que haya necesidad de ir a toda máquina”.

También podría ser que los encargados de política monetaria estén inquietos por los niveles de deuda: la proporción de la deuda pública británica recientemente superó el 100%. Por eso el Banco de Pagos Internacionales, el grupo paraguas de los bancos centrales, está haciendo un llamado para devolver la política monetaria a “una nueva normalidad”.

Sin embargo, pocos creen que haya un revuelo serio pronto. Se espera que la economía mundial se contraiga un 6% este año, y existe el riesgo de que se produzcan nuevos confinamientos.

También hay lecciones del pasado. El alza de las tasas del BCE en 2011 y la decisión de la Fed de comenzar a reducir su balance ese año son a menudo culpadas por estrangular la recuperación después de 2008.

“La voluntad de mantener los grifos abiertos y de no desandar el rumbo demasiado pronto es una de las grandes lecciones de la crisis financiera”, dijo Jeroen Blokland, gestor de cartera de Robeco.

“Los bancos centrales intentarán eliminar algunos estímulos sólo si la recuperación es estructural”.

Fuente: VOA

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